Dra. Alia Esquivel Salmán - Psicóloga
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La ansiedad es una emoción universal. Es una reacción instantánea ante el peligro y se manifiesta mediante un conjunto de respuestas psicológicas y fisiológicas.
Estas respuestas ejercen una función adaptativa y protectora del ser humano.
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Existe un problema serio de ansiedad, cuando los síntomas provocan un malestar importante o un deterioro en las relaciones familiares, sociales, laborales o de otras áreas importantes de la persona que lo padece.
Los factores que participan en el desarrollo de un trastorno de ansiedad, pueden ser biológicos, psicológicos o circunstanciales.
Muchas personas experimentan desajustes cerebrales. Otras enfrentan dificultades de adaptación, conductas aprendidas, experiencias traumáticas, ansiedad colectiva o ciertas predisposiciones.
La ansiedad también puede ser provocada por factores secundarios como el consumo excesivo de cafeína, alcohol y otras drogas. Ciertas enfermedades médicas también causan trastornos de ansiedad.
Es fundamental que el paciente se someta a una evaluación profesional, debido a que los padecimientos de ansiedad tienen diferentes modalidades de aparición en cada persona y pueden confundirse con otras enfermedades o trastornos.
Estos trastornos se clasifican en: ansiedad generalizada, fobia específica, fobia social, estrés postraumático, agorafobia, ataques de pánico o angustia y trastorno obsesivo-compulsivo.
Enseguida explico brevemente cada uno de ellos.
Ansiedad generalizada
La ansiedad generalizada está asociada con preocupaciones crónicas, excesivas y aprensivas que son muy difíciles de controlar.
Por ejemplo, miedo a que algún familiar o la misma persona que sufre este trastorno, puedan tener un accidente, enfermarse o morir.
Este temor implica anticipar desastres todo el tiempo, mostrarse excesivamente ansioso por la salud, el dinero, la familia o el trabajo, aún cuando no existan motivos para hacerlo.
Este comportamiento mantiene al paciente en un estado enfermizo, que dura casi todo el día y afecta la calidad del sueño por la noche.
A diferencia de las fobias, la ansiedad es constante, no se limita a un evento específico y no se presenta exclusivamente en forma de crisis.
Este trastorno puede presentar síntomas como: nerviosismo, irritabilidad, impaciencia, fatiga, inquietud, dificultad para concentrarse, tensión muscular, tics, temblores, dolor de cabeza, movimientos en las piernas, incapacidad para relajarse, alteraciones del sueño, sudoración, taquicardias, mareos, problemas gastrointestinales, sequedad en la boca, mareos, respiración agitada y una sensación de tener un nudo en la garganta.
Fobia específica
Es frecuente que se confunda la fobia con el miedo. Sin embargo, son dos conceptos diferentes. El miedo es una respuesta emocional normal ante el peligro, mientras que la fobia es una forma especial de miedo, es una reacción desproporcionada, fuera del control de la persona, por lo que se hace indispensabel la evitación total del objeto o de la situación estresante.
Las personas pueden tener fobia a un objeto o a una situación determinada.
Aunque la lista es larga, las fobias más frecuentes son: a la obscuridad, a las alturas, a las arañas, a los espacios cerrados, a conducir en carretera, a los perros, a los pájaros, a la muerte, a la sangre, a los payasos o al agua.
La fobia no es solo miedo al extremo, es un miedo irracional. La persona puede comprender que su angustia no tiene sentido, pero el enfrentar el evento causante de la fobia, puede provocarle un ataque de pánico.
Fobia Social
La fobia social es un miedo intenso de llegar a sentirse humillado en situaciones sociales o colocarse en una situación vergonzosa frente a los demás.
La persona tiene la idea de que es incompetente. Exagera sus errores y puede temer a la gente no allegada. Su fobia se manifiesta con una excesiva ansiedad cuando tiene que hablar con una autoridad o cuando tiene que aceptar una invitación.
Estos individuos no necesariamente son tímidos, pueden sentirse cómodos con otras personas, pero en situaciones especiales pueden sentir ansiedad.
Aunque comprenden que sus temores son irracionales, experimentan una gran aprensión antes de enfrentarse a la situación que temen y tratan de evitarla.
Cuando pasa el evento estresante, la sensación desagradable continúa con la preocupación acerca de lo que los demás hayan pensado de ellos.
Los tipos de fobia social más comunes son: hablar en público, asistir a fiestas, comer fuera de casa, hablar por teléfono o escribir en presencia de otros.
Trastorno por estrés postraumático
Consiste en una condición estresante que sigue a un evento de terror. Quienes lo padecen tienen recuerdos y pensamientos espantosos de su experiencia y se sienten emocionalmente paralizadas.
Este trastorno lo padecen los sobrevivientes a las guerras, secuestros, asaltos, accidentes graves, desastres naturales, violaciones o tortura.
El evento que desata este trastorno puede ser algo que se vio o algo que se vivió.
Las personas vuelven a vivir el trauma en forma de pesadillas y recuerdos inquietantes. Pueden tener problemas de sueño, depresión, indiferencia, entumecimiento o sobresaltos. Pueden perder el interés por cosas que antes les gustaban y les causaban alegría. Además, les cuesta trabajo sentir afecto.
El ver cosas que les recuerdan el incidente, puede ser molesto. Evitan lugares o situaciones que les traen a la mente esas memorias.
El trastorno puede provocar depresión, ansiedad o abuso de substancias. Se irritan fácilmente y en casos severos, los afectados pueden tener dificultad para trabajar o para socializar.
Los eventos ordinarios pueden traer el trauma a la mente e iniciar recuerdos retrospectivos o imágenes intrusivas. Un recuerdo retrospectivo puede hacer que la persona pierda contacto con la realidad y vuelva a vivir el evento de manera muy vívida.
La ansiedad postraumática puede hacerse crónica si no se atiende.
Agorafobia
La agorafobia es tener miedo al miedo. Quienes padecen este trastorno, temen a las situaciones que puedan generarles ansiedad.
Entre estos temores están: miedo a vivir una crisis de pánico, desmayarse, sufrir un infarto, perder el control, morir,hacer el ridículo, etc.
El trastorno se genera por haber tenido alguna experiencia negativa. La persona, al evitar situaciones parecidas, desarrolla un mecanismo de aprendizaje que permite que el problema persista.
La agorafobia está relacionada con el temor intenso a los espacios públicos en que pueden presentarse aglomeraciones y suele desarrollar otras fobias como anuptafobia, claustrofobia, acrofobia, fobia social, etc.
Al agorafóbico, le provoca ansiedad el hecho de salir de casa, quedarse solo, usar el transporte público, ir de compras o al cine, estar en restaurantes, hacer deporte, viajar, estar en lugares públicos, etc.
Esta conducta representa un doble problema porque el aislamiento genera más ansiedad.
Ataque de pánico o angustia
Quienes padecen trastornos de pánico, experimentan sensaciones súbitas de terror sin motivo.
No pueden anticipar cuando les va a ocurrir, por eso tienen una continua preocupación y angustia de que en cualquier momento se va a presentar otro ataque.
Cuando llega un ataque de pánico, lo más probable es que la persona sufra palpitaciones y se sienta sudoroso, débil o mareado.
Puede sentir cosquilleo o entumecimiento físico y posiblemente se sienta sofocado o con escalofríos. Puede experimentar dolor en el pecho o ahogo.
La persona puede, en realidad, creer que está sufriendo un ataque al corazón, que está perdiendo la razón o que está al borde de la muerte. El ataque puede ocurrir a cualquier hora y dura de dos a diez minutos.
Un trastorno así, si no se atiende, puede llegar a causar invalidez.
El trastorno de pánico puede engendrar fobias relacionadas con lugares o situaciones donde los ataques de pánico han ocurrido. Por ejemplo, si la persona experimenta un ataque de pánico en un elevador, es posible que llegue a sentir miedo de subir a los elevadores.
Existe un alto riesgo de que estas personas desarrollen un trastorno de agorafobia. Sin embargo, un tratamiento oportuno puede detener el progreso de la enfermedad.
Trastorno obsesivo-compulsivo
El trastorno obsesivo-compulsivo, se caracteriza por conductas ansiosas que son muy difíciles de controlar. Quien lo padece, puede tener pensamientos o imágenes persistentes de una necesidad urgente de celebrar ciertos ritos.
Una persona puede estar obsesionada con los gérmenes y se lava las manos muchas veces. Puede estar lleno de dudas y sentir la necesidad de reconfirmar las cosas una y otra vez. Puede pasar largos períodos de tiempo tocando las cosas, contando o estar preocupado por el orden, la limpieza y la simetría.
Muchos adultos con este problema de salud, reconocen que lo que hacen no tiene sentido, pero no pueden evitarlo. Sin embargo, muchas personas no comprenden que su comportamiento no es normal.
Algunas personas con un trastorno obsesivo-compulsivo, también sufren de trastornos alimenticios.
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Psicoterapia
Para tratar los trastornos de ansiedad, utilizamos la terapia cognitivo-conductual, por ser el modelo que ofrece las técnicas más adecuadas para hacer frente a estos padecimientos.
La terapia psicológica consiste en ayudar al paciente a observar su propia realidad. Se procura conocer el origen de la ansiedad, cómo se manifiesta y como puede desensibilizarse a ella. Poco a poco la persona descubre la razón de sus reacciones. Al final, aprende a canalizar la tensión y la ansiedad de manera más adecuada.
Los niños y adultos que son muy nerviosos, que pierden el sueño por cualquier contratiempo y que tienen poca capacidad para afrontar problemas, son las más propensas a desarrollar trastornos de ansiedad.
Si un trastorno de este tipo está afectando una o varias áreas de tu vida, es conveniente que busques ayuda profesional.
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