Dra. Alia Esquivel Salmán - Psicóloga

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Los trastornos ficticios, facticios o artificiales, se caracterizan por la falsificación

de síntomas físicos o psicológicos que simulan una enfermedad.

 

 

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Los síntomas predominantes en pacientes que padecen trastornos facticios son:

una respuesta incongruente al tratamiento, el empeoramiento cuando se

intenta darlos de alta y sus síntomas desaparecen cuando se les interna.

 



Quienes padecen esta alteración producen signos de una enfermedad médica o mental

de forma intencionada y compulsiva. El objetivo es asumir el papel de enfermo.

Suelen establecer relaciones intensas con el personal del hospital.

 

 

Las estadísticas indican dos datos importantes. El 8% de los pacientes que ingresan a

los hospitales padecen este tipo de alteraciones. El 62% de los pacientes con síntomas facticios

 fueron enfermos reales en la infancia o han presenciado la enfermedad de personas muy cercanas.

 

 

 Los pacientes suelen aparecer deprimidos argumentando, por ejemplo, que ha fallecido un

ser querido. En ocasiones dramatizan la historia agregando elementos impactantes.

Posteriormente se descubre que se trata de una mentira. Otras personas pueden

presentar pérdida de memoria o alucinaciones.

 

 

Otros síntomas que también pueden aparecer son la pseudología fantástica y la suplantación.

En la pseudología, los hechos reales se mezclan con fantasías muy elaboradas.

En la suplantación, el paciente da información falsa sobre su vida.

 

 

Estas alteraciones con frecuencia se asocian con problemas adaptativos, poca tolerancia

a la frustración y una excesiva dependencia.

 

 

Los trastornos facticios pueden ser de dos tipos: con somatización o por delegación.

Enseguida explico brevemente en qué consisten.

 

 

 

 

 

 

 

Trastorno facticio con somatización

 

La somatización consiste en trasformar un problema psíquico en una enfermedad orgánica.

El trastorno facticio con somatización, se conoce también como Síndrome de

Mûnchhausen y consiste en la adicción a los hospitales.

 

La manifestación puede combinar síntomas físicos y psicológicos.

Estos pacientes tienen la capacidad de presentar síntomas consiguiendo que se

les interne en un hospital. Pueden fingir una enfermedad por medio de

hematomas, dolor abdominal, fiebre, nauseas, vómitos, etc.

 

Para alterar el diagnóstico contaminan la sangre con orina o heces, toman anticoagulantes

para simular trastornos sanguíneos; usan insulina para inducir hipoglucemias, etc.

 

Los pacientes en general demandan un tratamiento y suelen insistir en que se les

practique una cirugía. Una vez ingresados y que las pruebas resultan negativas,

acusan al médico de incompetente, desaparecen súbitamente al ser

descubiertos y empiezan el ciclo de nuevo en otro hospital.

 

 

 

 

 

 

 

Trastorno facticio por delegación

 

En el trastorno facticio por delegación, alguien intencionadamente produce síntomas

en otras personas que están bajo su cuidado. El propósito es que el cuidador

asuma de forma indirecta el rol de enfermo.

 

El engaño puede incluir una historia médica falsa, la contaminación de muestras

de laboratorio, la alteración de resultados o la inducción de heridas y

enfermedades en la persona que cuida.

 

El inicio del trastorno puede comenzar al superar una enfermedad real o al sufrir

una pérdida. Normalmente el paciente o sus parientes cercanos han estado

hospitalizados por largos períodos. A partir de ello se establece un

patrón de hospitalizaciones sucesivas en la familia.

 

A medida que el trastorno progresa, el paciente adquiere grandes conocimientos 

sobre medicina y sobre los hospitales.

 

 

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Psicoterapia

 

El tratamiento para los trastornos facticios dependen de las necesidades de cada caso.

Sin embargo, siempre es fundamental el apoyo y colaboración de los familiares y de

otras personas que conocen al enfermo.

 

La historia clínica, las entrevistas y la batería de pruebas especializadas,

nos permiten elaborar un diagnóstico.

 

Si existen signos y síntomas físicos o psicológicos que no pueden ser justificados

y la persona busca asumir el papel de enfermo a como de lugar, es conveniente

que se someta a una evaluación profesional.

 

 

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